Hermes: Hijo de Zeus y Maya, una mortal. Se le considera mensajero de los dioses. Además, se le conoce como dios de las artes, de la habilidad. Lleva la suerte y de la abundancia. Es embaucador, protector de los ladrones, lleno de picardía. Nada más nacer robó las armas de varios dioses, y el rebaño de su hermano Apolo, con el que se concilió entregándole una lira que acababa de inventar. Estuvo expiando sus fechorías, que a Zeus le hacían reír, en la Tierra junto a Apolo, en Tesália. Se le representa joven y risueño. De carácter conciliador. Lleva un gorro y unas sandalias aladas, y el caduceo, que es un cetro de oro con dos serpientes enroscadas y que en su parte superior tiene dos alas. Se le atribuye a este cetro que infundía el sueño. Júpiter e Io: Io era una bella princesa hija de Inaco, rey de Argos. Su hermosura cautivó una vez más a Zeus, quien se convirtió en densa niebla para tomarla. Sorprendida por ese fenómeno, Juno, la esposa de Zeus, acudió al lugar donde estaban los amantes teniendo el tiempo suficiente Zeus de convertir a la joven en ternera. Juno desconfió de esa atractiva ternera por lo que se la pidió a su marido como regalo. La diosa entregó la ternera a Argos, pastor que tenía cien pares de ojos; Zeus confió a su hijo Hermes que matara al pastor, consiguiendo dormir a Argos con las monótonas notas de un caramillo. Los cien pares de ojos del pastor fueron recogidos por Juno y colocados en la cola del pavo real, su animal favorito. Correggio nos muestra a la joven y bella princesa desnuda, sobre un paño blanco que contrasta con los tonos grises de la niebla, que toma forma humana para abrazar y besar a Io. Diana y Acteón: La diosa Artemis-Diana es la protectora de la caza, su actividad habitual. En este cometido recorría bosques y montes acompañada de su séquito de ninfas. Cuando estaban cansadas y sudorosas tras el ejercicio solían descansar en las orillas de remansos de los ríos o fuentes rumorosas y aprovechaban para tomar un baño. Las diosas eran muy celosas de su intimidad y no podían ser vistas en su desnudez por ningún mortal so pena de arrostrar el castigo correspondiente. Esto le ocurrió a Acteón, un joven de la familia real de Tebas, educado por el centauro Quirón, que practicando un día en el monte Citerón su actividad favorita, la caza, encaminó involuntariamente sus pasos hasta el lugar donde la diosa y sus ninfas tomaban un baño. El joven no se retiró sino que se quedó contemplando la escena con sus mortales ojos, extasiado ante la visión de la belleza de la diosa. Ártemis, irritada al sentirse observada, lo castiga duramente: lo convierte en un ciervo y excita contra él a los perros que integraban su jauría. Acteón conserva su consciencia humana e intenta hablar con los perros que no lo reconocen y se abalanzan sobre él, desoyendo los sonidos lastimeros que el ciervo emitía en su deseo de que lo reconocieran. Luego buscan desesperados a su amo por todo el bosque hasta llegar a la cueva donde habitaba Quirón quien, para consolarlos, modeló una estatua a imagen de Acteón y se la mostró. El rapto de Europa: Zeus es un incansable conquistador y sus amores con diosas, ninfas y mortales llenan una amplia página de la mitología. En el mito que nos ocupa Zeus ha puesto sus ojos en una bella joven asiática, hija de Agenor, rey de Tiro, en Fenicia, en la cuenca oriental del Mediterráneo. Pide ayuda a su hijo Hermes para la preparación del encuentro y posterior rapto que va a ser de los más historiados porque el dios ha decidido metamorfosearse en un bello toro. Hermes va a ser el encargado de conducir al rebaño de bueyes del rey desde los altos prados hasta la playa cercana donde Zeus sabía que Europa y otras doncellas de Tiro acudían a pasar la jornada de diversión y asueto. Zeus toma la forma de un toro blanquísimo, de facciones nobles, que no infunde miedo y se aproxima saliendo del rebaño hasta el grupo de las jóvenes. Éstas se asustan al principio pero poco a poco van cogiendo confianza con el manso toro que acepta sus caricias y las guirnaldas de flores que las muchachas trenzan para colocarlas entre los cuernos. Europa llega a sentarse encima del animal, tan confiada y ajena a lo que le espera. El toro besa los pies de la joven, mientras sus amigas la adornan, y se dispone a continuar su plan. El animal se incorpora y sin demora se lanza al mar con la ansiada carga en su grupa. Las amigas se quedan en la costa, sorprendidas, levantando las manos en gesto de sorpresa y el grupo se introduce en mar abierto donde los Vientos ayudan a avanzar y donde grupos de divinidades marinas surgirán como cortejo. Llegan a las costas de la isla europea de Creta. Allí Europa dará a luz a tres hijos, Minos, Sarpedón y Radamantis dejando así la estirpe divina en la isla. Teseo y el Minotauro: Se trata del más célebre héroe y mítico rey ateniense, El rey Minos reinaba en Creta y su mujer tuvo un hijo con un toro, el famoso minotauro, que tenía cabeza de toro y cuerpo de hombre. El rey Mino decidió encerrarlo y le encargó a su arquitecto, Dédalo, la construcción de un laberinto. Luego encerró a Dédalo en el mismo junto a su hijo Ícaro. Para escapar Dédalo construyó unas alas de cera para él y para su hijo, pero éste se acercó demasiado al Sol y se quedó sin alas, y consecuentemente, sin cráneo. Teseo era hijo de Egeo, rey de Atenas. Esta ciudad sufría la tiranía de Minos, que les exigía todos los años siete mozalbetes y otras tantas mozas para alimentar al minotauro que moraba en el siniestro laberinto. Teseo quiso acabar con eso, y se ofreció voluntario para el viaje a Creta. Allí conoció a Ariadna, hija de Minos, que se enamoró locamente de Teseo y decidió ayudarle. Le dio un carrete de hilo, y lo ató en la entrada del laberinto, así que cuando Teseo avanzaba por los pasillos iba soltando hilo y así no se perdería. Llegó donde estaba la bestia y la mató y huyó en un barco a Atenas, llevándose consigo a Ariadna. Pero a Teseo no le iba mucho Ariadna, y a la primera de cambio la dejó abandonada en un islote. Egeo esperaba ansioso a su hijo al que le había dicho que alzase una vela blanca si regresaba y que dejara la negra si había muerto. Pero se les olvidó cambiar la vela, y Egeo preso de la pena se tiró al mar que hoy lleva su mismo nombre. Rapto de Proserpina: Démeter, hermana de Zeus, diosa de la agricultura tenía una hija con la que estaba estrechamente unida: Perséfone-Prosérpina. Esta diosa crecía feliz entre las ninfas y otras doncellas haciendo la vida propia de la juventud que no se preocupa del matrimonio. Un día en que estaba cogiendo flores en la pradera de Nisa, en las llanuras de Sicilia, en el momento en que se disponía a arrancar un narciso, súbitamente la tierra se abrió a su alrededor y apareció en su carro el dios de los Infiernos, Hades-Plutón, que se había enamorado de la joven. El dios descendió, salió al encuentro de la diosa y la raptó, llevándosela con él a las profundidades. Esta acción la cometió con la complicidad de Zeus. La desolada madre de la joven la buscó en vano por toda la tierra durante nueve días y nueve noches en las que se ayudaba de una antorcha. Mientras tanto descuida sus tareas de diosa de la agricultura y la tierra en Grecia se vuelve estéril ocasionando un período de hambre. Zeus ordena a Hades, por medio de la diosa mensajera Iris, que devuelva la hija a su madre. No va a ser ya posible porque Perséfone ha comido un grano de una granada cultivado en el Infierno y por tanto queda ya ligada a este lugar definitivamente. La solución es el acuerdo que toman los tres dioses olímpicos: Perséfone dividirá el año entre su estancia en los Infiernos con Hades (lo que simboliza el invierno, ausencia de vegetación y su regreso a la tierra con su madre) que simboliza la primavera. El mito de Narciso: Narciso era un bellísimo joven, hijo de un dios río y de una ninfa. Cuando nació, sus padres consultaron al adivino Tiresias que dio la siguiente respuesta: "Vivirá hasta viejo si no se contempla a sí mismo". De adolescente el joven despreciaba al amor y rechazaba a ninfas y doncellas que, despechadas, piden venganza a los dioses. Su petición es aceptada y un día de calor, después de una cacería, Narciso siente la necesidad de beber agua. Se inclina sobre las aguas cristalinas de un remanso y en ese momento contempla la imagen de su rostro y le parece tan bello que se enamora de él y no puede apartarse de esta contemplación hasta dejarse morir en esta postura. En el lugar de su muerte brotaron unas flores que recibieron el nombre del joven, narcisos. La Aurora: Mensajera del sol, precede al nacimiento el día. Los poetas la describen montada en un carro rutilante, tirado por cuatro caballos blancos. Con sus rosados dedos abre las puertas de Oriente, esparce sobre la tierra el rocío y hace crecer las flores. El sueño y la noche huyen a su presencia, y a medida que ella se acerca, las estrellas desaparecen. El juicio de Paris: En la antigüedad mítica se celebraron unas importantes bodas a la que estaban invitados dioses y mortales. Los contrayentes eran Peleoy Tetis, un mortal y una diosa, lo que explica la afluencia de invitados. Tetis, una nereida, hija de Nereo, antiguo y anciano dios del mar, era, por tanto, una divinidad marina e inmortal y Peleo, discípulo del centauro Quirón, era el afortunado mortal que tenía el privilegio de casarse con una diosa. Pero no todos habían sido invitados a la fiesta: la diosa Éride (Discordia) quiso hacer notar su ausencia y se presentó en la fiesta con una manzana de oro que tenía grabada la siguiente frase: "Para la más bella". Lanzó la manzana sobre la mesa donde se sentaban los dioses y se fue. Tres de las diosas presentes en el banquete, Hera, Atenea y Afrodita, se creyeron merecedoras del título y se lanzaron a por la manzana. La enojosa situación que se produjo entonces no tenía fácil solución y ni el mismo Zeus quiso intervenir en una decisión tan comprometida. Encargó a su fiel hijo Hermes que condujese a las tres diosas al monte Ida, en la llanura deTroya, y se las presentase a Paris , bello joven, hijo del rey Príamo de Troya, que pastoreaba los rebaños reales en aquel lugar. Él debía ser el encargado de dirimir el pleito, según voluntad de Zeus, y así se lo explicó el dios mensajero Hermes al asustado joven. Durante el juicio cada diosa hizo valer sus méritos al título pero además le prometieron a Paris beneficiosos dones si éste fallaba a su favor. Hera se comprometió a hacerle soberano de toda el Asia. Atenea le ofreció la prudencia y la victoria en todos los combates y Afrodita le brindó el amor de la mortal más hermosa de Grecia, Helena de Esparta. Paris dio la manzana a Afrodita, granjeándose así la fiel protección de la diosa para él y los suyos para siempre, y la enemistad de las otras dos diosas lo que quedará reflejado en la Guerra de Troya. |
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